Nuestra piel nos acompaña durante toda la vida, la de cada persona es distinta y sus cuidados a tiempo y de forma adecuado harán que tenga la mejor apariencia. Conocer nuestro tipo de piel es la llave secreta para saber cuidar de ella.
- Piel normal
Tiene apariencia mate y luminosa, aspecto lozano y con un tacto aterciopelado. Debido a que su pH está equilibrado, no son visibles los brillos ni sufren la aparición frecuente de impurezas o espinillas. Además, los poros son muy pequeños y se encuentran perfectamente cerrados.
- Piel seca
La piel seca es tirante, áspera al tacto, quebradiza, opaca, mate y apagada. La falta de humedad natural hace que esté deshidratada y presente descamación en algunas zonas, irritaciones, sequedad extrema, sensibilidad, sensación de calor y picazón.
- Piel grasa
Este tipo de piel sufre los efectos de una excesiva producción de grasa de las glándulas sebáceas. Esto provoca entre otros síntomas aparición de brillos, especialmente en la zona T (frente, nariz y barbilla), poros dilatados que se obstruyen con facilidad, aspecto apagado y continua formación de imperfecciones cutáneas. Su mayor problema son los puntos negros, los granos y su fuerte tendencia al acné; por el contrario, su ventaja es que, a diferencia de la piel seca, envejece de forma más lenta.
- Piel mixta
La piel mixta es quizás el tipo de piel más difícil de cuidar, pues es una combinación entre las dos anteriores. Es decir, se caracteriza por presentar la zona T (frente, nariz y barbilla) con exceso de grasa y, por el contrario, las demás zonas (mejillas y contorno de ojos) son más bien secas.
Ahora que ya identificaste tu tipo de piel, cuida de ella y usa la Kremma con K para apoyar a la desaparición de paño, acné, espinillas, pecas, puntos negros, mancha de sol e imperfecciones de la piel.